El ritual, que se remonta al siglo XVI, se distingue por la originalidad y participación de los vecinos en el diseño de los altares y alfombras.
El Consejo de Gobierno ha acordado inscribir, a instancias de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de Actividad de Interés Etnológico, la Fiesta del Corpus en los municipios de Villacarrillo y Villardompardo (Jaén), un ritual que se remonta al siglo XVI y que constituye una seña de identidad en ambos municipios jiennenses.
La Fiesta del Corpus en Villacarrillo y Villardompardo se caracteriza, entre otras singularidades, por el ingenio con el que los vecinos confeccionan las alfombras y los altares levantados por el itinerario por el que transcurre la comitiva provisional. Una creatividad colectiva de los villacarrilenses y los villarengos que la distingue en relación a otras localidades andaluzas que también celebran esta festividad.
Precisamente, el diseño de estos altares y alfombras, que engalanan sus calles durante la ritual festivo, implica una serie de preparativos que no se limitan a un solo día sino que es fruto del trabajo vecinal de varios meses. Un tiempo en el que se planifican y reparten tareas entre toda la población, sin distinción de género ni edad. Un trabajo colectivo para la consecución de un objetivo común y a través del cual se contribuye al mantenimiento de la fiesta.
Con su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico, con la figura de máxima protección, se pretende que este ritual perdure en el tiempo generación tras generación, conservando los elementos característicos que distinguen a esta fiesta, como las alfombras o los altares, de carácter efímero, y otros permanentes, como son las propias custodias y enseres litúrgicos que se guardan y conservan en las iglesias parroquiales de cada municipio.
En relación a los actos ceremoniales de la fiesta del Corpus, en Villardompardo, donde hasta finales de los años 50 los altares se montaban dentro de los zaguanes de las casas –y no fue hasta principios de los sesenta cuando el vecindario por iniciativa propia dedicó trasladarlos al exterior de las viviendas y elaborar exornos de manera artesanal-, se concentran en la mañana del domingo mientras que en Villacarrillo desde finales del siglo XIX se mantienen por la tarde.
El ritual festivo en Villacarrillo y Villardompardo se constituye como respuesta al entorno, en interacción con la naturaleza y su historia, destacando por la antigüedad y por el alto grado de implicación vecinal. Una colaboración entre vecinos que se expresa tanto en los preparativos como durante toda la jornada festiva y que favorece la cohesión, la integración y la unidad de las colectividades de estos municipios.