Un total de 22 hijas e hijos de víctimas mortales de la violencia machista o gravemente heridas recibe apoyo psicológico en crisis

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El Servicio de Apoyo Psicológico en Crisis para Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas Mortales de la Violencia de Género del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) se ha activado en ocho ocasiones durante el primer semestre de 2019 atendiendo a un total de 22 menores frente a los cuatro del mismo periodo del pasado año. Este programa, pionero en España, ha reforzado tanto su alcance de actuación (ahora también se activa en las tentativas de homicidio) como su presupuesto (la partida para 2019 ha crecido un 62,73%, pasando de los 79.700 euros de 2018 a los 129.700) con el objetivo de aumentar la protección de las personas menores de edad expuestas a la violencia de género en Andalucía.

Este servicio, gestionado por la Asociación Acción Social por la Igualdad (Asociación ASI), pretende favorecer la recuperación emocional de las hijas e hijos menores de edad de mujeres víctimas mortales de violencia de género o gravemente heridas por su padre agresor, constituyéndose como un recurso de intervención temprana, integral, especializada y gratuita, con perspectiva de género. El programa está activo las 24 horas, durante los 365 días del año y del mismo se benefician también los hermanos y hermanas mayores de edad.

De este manera, en lo que va de año, el Servicio de Apoyo Psicológico en Crisis para Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas Mortales de la Violencia de Género se ha activado en ocho ocasiones (tres en Málaga, dos en Huelva y una en Almería, Córdoba y Granada), en las cuales se han realizado 17 intervenciones: ocho con los menores y el entorno familiar, siete en los centros educativos y dos con los equipos profesionales que pueden atendar a estos niños y niñas en un futuro. En total, se han atendido a 382 personas: 22 hijas e hijos víctimas de violencia de género, 215 alumnos y 145 adultos.

El servicio, que se ofrece en la localidad donde sucedan los hechos o donde se encuentren los pequeños, tiene dos líneas de actuación: una directa con las y los menores, y otra indirecta con las familias y el entorno, que abarcará desde la comunidad educativa y los centros de salud hasta las fuerzas de seguridad, los medios de comunicación locales o el movimiento asociativo. En la atención inmediata al menor y a la familia, se trabajará para disminuir el riesgo personal asociado al trauma; favorecer la contención emocional; activar los recursos personales de afrontamiento; recobrar el equilibrio emocional; prevenir el duelo patológico; potenciar la residencia familiar y asesorar en caso necesario.

Con la comunidad educativa se pone el acento en facilitar la recuperación de la normalidad cotidiana y en ofrecer pautas para realizar una acogida adecuada del menor. Asimismo, se aporta formación a profesionales de otros ámbitos que puedan atenderles en un futuro para saber orientar cualquier tipo de intervención.