Los profesionales de Enfermería que trabajan con pacientes con COVID19 sufren un intenso sentimiento de frustración que incluso es mayor que el que sienten de amenaza sobre su propio contagio. Es una de las conclusiones de un trabajo de investigación de la profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén, Beatriz Montes Berges, en colaboración con la estudiante del Grado de Enfermería Alba Hinojosa Jándula, ha desarrollado sobre las habilidades y la gestión de emociones de este personal sanitario y su actual labor con pacientes con coronavirus, en el marco de un Trabajo Fin de Grado (TFG).
Estos sentimientos de frustración y amenaza son mayores en enfermeras que en enfermeros, aunque, sin embargo, tanto unos como otras se consideran igualmente sobrepasados por las situaciones que viven, teniendo que tomar decisiones difíciles que le han generado sufrimiento. En este sentido, todos los profesionales de enfermería participantes en el estudio han señalado que estas situaciones han ocurrido en bastantes o en muchos casos, como no es de extrañar ante la dificultad que tiene la posible toma de decisiones sobre criterios que pueden suponer la vida o la muerte de las personas a su cargo, como de a quién se le aplica técnicas de ventilación asistida (los famosos respiradores) o quién es trasladado con prioridad a un box de la UCI.
La investigadora de la Universidad de Jaén indica que, además, con el paso de los días (del 25 de marzo al 1 de abril), este sentimiento de amenaza se incrementa, con independencia del tiempo que lleven trabajando. En este sentido, la profesora Montes Berges apunta que resulta bastante probable que esta sensación de amenaza esté relacionada con la desprotección a la que han estado sometidos por la falta de equipos de protección individuales (EPIs). “La profesionalidad de nuestras enfermeras y enfermeros participantes se pone de manifiesto al mostrar que, a pesar de que esta sensación de amenaza se incremente, no aumenta su frustración, ni esto influye en su percepción de estar comunicando peor las malas noticias. De hecho, incluso se observa que, con el paso de estos días, cada vez hay una mejor escucha activa cuando comunican malas noticias, como si ya no hubiera más palabras qué decir, y solo quedara el estar y el acompañar en las emociones más allá de cualquier intento pueril de consuelo”, aclara la profesora Montes Berges.
En cuanto a las emociones de los pacientes, los resultados de este estudio reflejan que todos los profesionales de la enfermería son conscientes de la importancia de éstas en la aparición de las enfermedades, a pesar de que casi la mitad de ellos que no han recibido formación en esta disciplina que relaciona emociones y enfermedad. “Esta consciencia se incrementa cuántos más años se lleven trabajados, pues la experiencia con los usuarios del sistema de salud así se lo ha demostrado”, indica la investigadora de la UJA. También en esta variable, las enfermeras muestran más consciencia de esta relación que los enfermeros.
Por último, el estudio indica que, en la situación actual de trabajo con pacientes con coronavirus, resulta interesante observar cómo las enfermeras que trabajan con estos pacientes son las que muestran puntuaciones más altas en la relación que atribuyen entre emociones y desarrollo de la enfermedad, “pues están viendo que las emociones que experimenten sus pacientes y cómo las gestionen tienen mucho que decir en su proceso y posibilidades de recuperación”.