Más de 500 piezas de excavaciones arqueológicas de fondos del museo jiennense permiten al visitante captar la esencia de la cultura íbera que arraigó en la provincia.
Una poderosa fortaleza blanca a base de paredes ataludadas de piedra de alzado de adobes configuró el oppidum o ciudad fortificada íbera de Puente Tablas, uno de los mejores conservados. Tras las murallas, los investigadores pudieron documentar la evolución de la edificación civil desde la última etapa de la Edad de Bronce hasta la ibérica, una transición desde primitivas cabañas redondeadas hasta casas con planta rectangular que se fueron adosando para configurar manzanas.
Esta evolución urbanística como testimonio de un orden político y social es uno de los temas de la exposición ‘La ciudad fortificada ibérica: el oppidum’ impulsada por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico en el Museo Íbero. Desvela los secretos de la forma de vida de los pueblos íberos, cuya cultura convivió en el tiempo y en el Mediterráneo con Cartago, Grecia y Roma hasta el dominio romano, dejando importantes vestigios en Andalucía, especialmente en la provincia de Jaén. Se conocen, por el momento, 500 sitios arqueológicos ibéricos en territorio jiennense cuya aportación a la investigación de esta cultura es determinante.
A través de 552 piezas de la colección del Museo Íbero de los fondos de la Junta de Andalucía el visitante se introduce en los orígenes de los asentamientos íberos desde el Bronce Final hasta la ciudad fortificada, en la que se muestran la creación de la muralla, la incorporación mayoritaria de las armas en esta cultura de legendarios guerreros y la conformación del ámbito urbano. Los elementos que se presentan se expanden en un periodo cronológico de 500 años, entre el 700 y 200 a.C.
Se describen los elementos que conforman el ámbito urbano, el palacio, las casas, la producción y el trabajo, así como la indumentaria. El área dedicada al espacio extramuros también trata las torres atalayas, el ámbito económico y las necrópolis. Finalmente se aborda una nueva época a partir de la conquista romana tras la II Guerra Púnica, que resultó en el abandono de muchos de los oppida, mientras que otros subsistieron como atalayas de la identidad propia ibérica que este pueblo luchó por conservar hasta desembocar en ciudades romanas. El también jiennense oppidum de Iliturgi en Mengíbar fue arrasado por Escipión a causa de su traición a Roma unos años antes, al negar refugio a los legionarios romanos que huían de las batallas de Cástulo e Ilorci, un castigo ejemplar y una amenaza para Cástulo, según apuntan los investigadores que supone una excepción en la forma de proceder romana.
De los 500 fondos expuestos, 399 piezas proceden de actuaciones arqueológicas de la provincia de Jaén, en concreto, del oppidum de Puente Tablas, Giribaile, La Muela, Baecula y Turruñuelos. El resto, 123, son fondos de la Colección Ricardo Marsal depositados por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico en el Museo Íbero.
La religiosidad es otro de los temas expuestos como parte inherente a la cultura ibérica, a través del Santuario del Sol del yacimiento arqueológico de Puente Tablas, cuya visita es cita obligada para poder visualizar e interiorizar los conocimientos adquiridos en la exposición. El objetivo es unir el carácter científico al divulgativo, con dos maquetas y una producción audiovisual que se suman a una reproducción del ara del Santuario.
Se trata de un altar de piedra de gran valor incrustado en el pavimento con forma ligeramente semejante a la piel de toro, a semejanza de los fenicios. Sobre la piedra se han documentado restos de cenizas, muestras de las hogueras que debieron ser comunes en la celebración de sacrificios y actos rituales antes de entrar en el área sagrada del santuario. El trabajo de reproducción ha sido impulsado por la empresa Construcciones Calderón, en coordinación con el Instituto Universitario de Arqueología Ibérica, a través de la Cátedra ‘Calderón de Arqueología Ibérica: Arqueólogo Manuel de Góngora’.
Desde la ciudad y el santuario, el visitante al Museo Íbero se traslada al más allá, con una imponente colección de esculturas funerarias, centinelas de las tumbas de los príncipes y nobles íberos. La exposición ‘Iconografía animal en el imaginario funerario íbero’ complementa la anterior al poner el foco sobre las obras de arte que daban acceso al territorio urbano del oppidum. Se trata de una oportunidad para comparar valiosas piezas procedentes del Museo Arqueológico de Córdoba, del Museo de Jaén y del Museo Íbero.
Mientras el visitante se adentra entre un bosque animal a base de esculturas pétreas, en un lateral una amplia cristalera desvela los trabajos de conservación que se llevan a cabo en el museo, con una pieza de cerámica en primer plano y el taller de fondo. Una experiencia visual que invita a la reflexión sobre todo la ardua labor que hay detrás de una exposición: no solo los entresijos de la actividad de la institución museística a puerta cerrada, sino también la ingente labor de conservación y protección de estos bienes patrimoniales, la apuesta de la Junta de Andalucía, una historia de excavaciones y hallazgos con numerosos protagonistas, una larga dedicación a la investigación del mundo íbero en las universidades. Finalmente, un día encajan las piezas y adquieren forma de relato para abrirse a la sociedad.
Fotos portada: Ara grabada procedente de Puente Tablas y fechada entre los siglos V y VI a.C.